07 Nov ¡Tú, urbanita! El coworking rural es la nueva moda
En 2004, más de la mitad de la población mundial se mudó a vivir a ciudades. La tendencia se ha consolidado hasta el punto de que dos tercios de la población vivirán en entorno urbanos en 2030, según la ONU. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 ha hecho que muchos urbanitas españoles salgan de las ciudades con el fin de aprovechar las ventajas del teletrabajo y las oportunidades de emprendimiento en los pueblos. El coworking rural se ha convertido en la opción ideal para estos nuevos pobladores que necesitan un lugar donde innovar y trabajar.
Huir del estrés de la ciudad nunca ha sido fácil. Antes de la pandemia, miles de valientes se enfrentaban al atascazo de cada fin de semana para llegar a su pueblo, su oasis de paz y tranquilidad. Sin embargo, solo disfrutaban de un sábado ocioso, pero no se libraban de la caravana del domingo para volver a la realidad. Se sentían como ovejas, dentro de un rebaño, soñando con una breve trashumancia al final de cada semana, que siempre sabe a poco.
La pandemia nos ha cambiado esta mentalidad de que el pueblo es solo para pasar las vacaciones y el fin de semana. La demanda creciente de espacios más abiertos y menos contaminados ha puesto a las zonas rurales en el punto de mira de todos aquellos que quieren emprender o trabajar fuera de la ciudad. Además, ¿por qué conformarse con un pedacito de descanso cuando puedes cambiar todo un modo de vida? Si estás quemado con tu actual existencia urbanita y puedes teletrabajar, eres el candidato perfecto para escaparte de la ciudad, adentrarte en la naturaleza e iniciarte en el mundo del coworking rural.
Con el éxodo a las ciudades, muchos municipios terminaron por quedar abandonados o con una población muy pequeña y envejecida. Sin embargo, los pueblos nos seguían gustando y mucho. Las personas que los visitábamos buscábamos relax, desconectar de las obligaciones cotidianas y laborales para sumergirnos en lo natural y lo auténtico y volver a los orígenes.
La irrupción del COVID-19 en nuestras vidas ha supuesto una motivación extra para aquellos que no acababan de decidirse. En estos momentos, en los que buscamos entornos saludables y lejos de aglomeraciones, los beneficios de vivir y trabajar en una zona rural se multiplican. Estos son algunos de ellos, según Oi Realtor.
- Nuevos espacios de comunicación: salir de la zona de confort de las ciudades y trabajar en un contexto distinto nos enseña cosas que no sabíamos y nos pone en contacto con personas diferentes de las que podemos seguir aprendiendo.
- Regreso de los jóvenes: aquellos que terminaron sus estudios y tuvieron que irse a la ciudad, en busca de oportunidades laborales, tienen la opción de volver al pueblo gracias a las opciones de coliving y coworking que se están poniendo en marcha.
- Mejora de zonas poco habitadas: según un estudio de Eurona, la fibra óptica solo se encuentra en 3 de cada 10 hogares rurales. La llegada de gente nueva a los pueblos impulsa la puesta en marcha de avances, en este y otros campos, para que todo el mundo pueda trabajar sin problemas.
- Entorno favorable: el coworking rural no pierde su esencia y ofrece espacios tranquilos y relajantes que marcan la diferencia a la hora de trabajar.
El entorno rural está respondiendo a la nueva demanda. La banda ancha comienza a abrirse paso en las zonas más remotas. Los alcaldes se afanan para que la cobertura llegue a sus comarcas y se restauran locales para dar cobijo a teletrabajadores y emprendedores. Todo ello para reactivar la vida de los pueblos y relanzar su economía aprovechando el cambio de mentalidad que ha traído la pandemia.
Para aquellos que no acaban de decidirse, la plataforma Pandora Hub ha puesto en marcha los “safaris de coworking”, una serie de estancias de trabajo en zonas rurales para probar durante un mes. En definitiva, una ruta para descubrir rincones escondidos mientras trabajas. Iniciativas como esta han logrado que distintos centros colaboren entre sí y afiancen este modelo laboral. Así, por ejemplo, puedes trabajar en un espacio de trabajo urbanita de Barcelona y pasar el periodo de verano en el coworking rural que prefieras de entre todos los asociados al tuyo habitual. Una propuesta al dedillo para todos aquellos que no tienen una oficina fija, ni la necesitan.
Las opciones se multiplican para los que ya están decididos a coger las maletas y volver al pueblo. La aldea de Senderiz (Orense), donde solo viven 20 habitantes, ha sido pionera en la instalación del coworking rural Sende que se ha convertido en el retiro de empleados de grandes corporaciones como Google, Netflix o Disney. Este lugar destaca por su espíritu Sharing is caring basado en la solidaridad y en compartir recursos. De hecho, sus fundadores no piden nada más que el pago voluntario por la estancia.
Otros coworkings pioneros como Zona Líquida en Ribaroja d’Ebre o Granadella están siendo un golpe de aire fresco en el mundo del trabajo colaborativo. Además, han conseguido mejorar, aún más si cabe, las relaciones interpersonales que ofrece cualquier centro coworking, haciendo suyas las costumbres de los pueblos en los que se instalan. El reciente proyecto Demanda Coworking Rural, en la sierra de la Demanda (Burgos), se publicita como “el coworking más grande del mundo rural”. Su objetivo es luchar contra la despoblación y traer a los pueblos nuevas ideas, proyectos y empleo.
Gracias a estas iniciativas, los coworkers pasarán a formar parte, no solo de la comunidad del centro donde trabajan sino de la vecindad de la villa. Y todo ello en un ambiente de trabajo envidiable que facilita las buenas relaciones, rodeados de naturaleza y sin estrés.
¡Tú, nómada digital! ¡Es hora de empezar el éxodo de las ciudades y dar el gran salto a lo rústico!
– – –En portada: imagen de la película Las ovejas no pierden el tren