25 Ene La suerte en el trabajo no existe
La suerte es difícil de comprender… Se suele entender como una fuerza ajena que, de forma misteriosa, influye en los sucesos que vivimos para que reviertan en nuestro beneficio. ¡Curioso concepto para confiarle el devenir de un negocio! A bote pronto parecería insensato que dejaras a la suerte tus decisiones empresariales, pero ¿y si la fortuna se pudiese controlar?
Eso mismo es lo que proponen algunos expertos. La suerte está con los que la persiguen. Si os aventuráis a preguntarle a San Google, encontraréis todo tipo de remedios y ritos para potenciar vuestro éxito y suerte en el trabajo. Según algunos portales, basta con echarse unos cinco puñados de sal (ni uno más, ni uno menos) por encima de los hombros para limpiar las malas energías. En otros sitios proponen cortar cebollas o encender velas blancas. Y los más imaginativos tiran de ramitas de perejil o monedas atadas a hilos rojos: rituales ancestrales un tanto dudosos para atraer el éxito laboral.
Dejando las supersticiones a un lado, nosotros nos decantamos por propuestas más manejables. Eso de dejarle todo el trabajo a la suerte parece cosa de vagos. El emprendedor es mucho emprendedor y no debe abandonar su negocio a manos de la fortuna. Por eso, hemos inspeccionado a fondo para dar con una solución que esté en nuestras manos. Y ahora sí, podremos decir que tenemos la suerte cogida por el mango.
Casi todas las guías del éxito y la suerte en el trabajo coinciden en una cosa: la actitud. Sin una actitud proactiva, ni el tipo con más fortuna del mundo conseguiría un negocio puntero. Quizá el estudio más revelador al respecto sea el del fundador de la Escuela de la Suerte, el académico Richard Wiseman. En 2003 publicó en su libro Nadie nace con suerte, la primera investigación sobre los factores que la determinan, estableciendo sus cuatro principios:
- Maximización de las oportunidades: si ampliamos nuestras fronteras, las posibilidades de progresar aumentan.
- Seguir las corazonadas: parece una frase de una película “pastelosa” protagonizada por Sandra Bullock, pero si mantenemos nuestra determinación para conseguir los objetivos, será más probable alcanzarlos.
- Perseverar en las expectativas: el éxito de alguien con suerte radica en no hundirse en las derrotas. Sin fracasos, no hay éxito alguno.
- Invertir la suerte: una actitud proactiva torna un fracaso en una experiencia positiva.
Con este estudio, Richard Wiseman determinó que solo el 10% de nuestra existencia está determinada por la suerte pura y dura, el resto se lo debemos a nuestra forma de actuar y a la actitud. Es decir, las personas con una flor en el culo no existen.
Puede que en el contexto en el que nos hallamos, resurgiendo de una crisis, no parezca fácil sentirse optimista. Los miedos siempre acechan a los emprendedores y son su peor enemigo. La cuestión no es que un negocio sea una montaña rusa, sino cómo se enfrenta cada uno a ella. Y para resistir con garantías, necesitamos desarrollar la constancia que nos ayude a desarrollarnos personalmente. Esa es la perspectiva que propone otro autor, Rafael Vídac, que afina un poco más en el tema de la suerte y el éxito laboral proponiendo una serie de objetivos y reglas.
Vídac plantea un método psicocorporal para mejorar el sistema productivo de cada uno. En primer lugar, el reto que nos planteemos no será el objetivo real. Nuestro propósito pasará antes por cambiarnos a nosotros mismos para alcanzar la meta que nos hemos puesto. Tras ese cambio físico, mental, emocional y transpersonal ya estaremos listos para abordar los objetivos.
Los retos deben ser abarcables, nada de hacer castillos en el aire. Por mucho que sigamos todos los consejos para llamar a la suerte, si nuestros objetivos son irreales, el batacazo estará asegurado. Por ello, Vídac aconseja aplicar cinco condiciones a cada objetivo: ha de ser una cuestión realista, con un plazo determinado, estimulante para no perder el foco, coherente con nuestra forma de trabajar y basado en las buenas prácticas empresariales. Ya estamos listos para trazar un plan de acción y alcanzar el éxito por medio de nuestra propia fortuna.
El triunfo no está ligado a la suerte, al menos no a la suerte que es ajena a nosotros. Nuestra actitud lo es todo. No por obsesionarnos con un objetivo lo vamos a conseguir antes. Centrémonos en nosotros, en nuestra buena actitud y lo demás ya irá llegando. Si todo esto no te funciona, siempre puedes probar con la sal y los hilos rojos.
En portada: imagen de la película La suerte de los Logan
Diego Sánchez
Periodista y comunicador audiovisual de formación. Periodista freelance y maquetador editorial como profesión actual. Siempre en busca de la creatividad y con un escudo de optimismo.