fbpx

Nuestra ciudad, nuestro dinero: la Turuta de Vilanova

moneda colaborativa

Nuestra ciudad, nuestro dinero: la Turuta de Vilanova

Una vez más os traemos una nueva entrada sobre las monedas locales. De las Bristol pounds pasamos a una divisa que nos queda más cerca: la Turuta de Vilanova i la Geltrú, en Cataluña. En 2011 vio la luz la primera Turuta y desde entonces no ha hecho más que crecer.

 

La leyenda nos dice que allá por el siglo XIII los habitantes de la Geltrú huyeron de sus casas para evitar la imposición de su señor feudal que pretendía ejercer su derecho de pernada sobre toda moza casamentera bajo sus dominios. Los geltrunenses abandonaron su hogar para escabullirse de un sistema corrupto y fundaron Vilanova con nuevas premisas que garantizaban la buena vecindad entre sus gentes. Con el paso del tiempo ambos pueblos crecieron hasta unirse en uno solo.

Sea cierto o no, los vilanovenses actuales han decidido buscar de nuevo una alternativa a su situación de desamparo. La crisis había mermado la economía local, al igual que en muchos otros lugares del país, pero al igual que sucedió en el mito, no se resignaron y buscaron una solución. Una que activase el comercio en la zona de una forma social para beneficio de sus habitantes.

En 2011 se enciende la bombilla. La asociación Ecol3VNG puso en marcha el proyecto de la Turuta, desapegando el término del himno del carnaval (al que da nombre) para denominar a la moneda social de Vilanova i la Geltrú.

moneda colaborativa

Su funcionamiento es sencillo y muy similar al de otras monedas colaborativas. Para comenzar a participar en el proyecto se han de cambiar diez euros por diez turutas y de ahí ya pasaremos a tener un monedero de Turutas con el que poder comprar en las tiendas asociadas. Para garantizar la legitimidad del proceso todas las transacciones quedan registradas en la llamada Oficina de Cambio local que registra de manera totalmente pública todos los intercambios comerciales.

Sin embargo, las turutas no caen del cielo, hay que ganárselas. Por eso existen dos vías: la fácil y la colaborativa. La fácil consiste en comprar turutas con euros que la asociación ingresa en una banca ética y que a su vez sirven para realimentar el sistema por medio de microcréditos a los socios inscritos en el proyecto de Ecol3VNG. Por otro lado, la vía colaborativa va más allá e intercambia trabajo por turutas. Se puede participar en otras iniciativas de la asociación como los huertos colaborativos y a cambio se compensará con el importe en turutas que se acuerde.

Pero todo tiene un límite, no se podrán acumular más de 300 turutas por monedero porque sin un tope la inflación de la divisa local aumentaría tanto que carecería de valor y su propósito principal se perdería. El objetivo de una divisa es ser unidad de intercambio y no objeto de acopio por el deseo de la avaricia. Porque en palabras del experto Jordi Griera «el dinero en sí mismo no es nada» y «debe volver a no ser nada». La economía se estanca si el dinero no fluye, porque hay interés en acumularlo de cara a las vacas flacas. La moneda social carece de ese atractivo por esa razón fomenta el intercambio y no el acopio.

Aun así, la iniciativa ha seguido hacia adelante hasta oxidarse. Así es, la Turuta se oxida o, en otras palabras, pierde su valor cuanta más cantidad acumulamos. De esta forma se incentiva el consumo. Y si no queremos perder turutas se pueden donar a un fondo de cooperación del que se pueden recuperar sin intereses. Mucho mejor que cualquier banco ¿no?

La Turuta no ha sido una respuesta aislada. A lo largo de estos años han aparecido numerosas iniciativas similares por toda Europa, e incluso se llegaron a considerar parte de los (ya famosos) brotes verdes. No han venido a sustituir al euro, sino a coexistir con él en paralelo para llegar a los ámbitos a los que la macroeconomía no puede llegar.

En portada: imagen de la película Braveheart

_linea_gris

moneda colaborativa

Diego Sánchez

Estudiante del doble grado en Periodismo y Comunicación audiovisual, con un gran gusto por todo lo referente al diseño de la información, ya sea en infografías, maquetación editorial o montaje de vídeos. Siempre que puede está inmerso en concursos y proyectos de desarrollo personal y creativo.