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Cuando un emprendedor tiene miedo a emprender

miedo a emprender

Cuando un emprendedor tiene miedo a emprender

Si un emprendedor no emprende… ¿sigue siendo un emprendedor? He ahí la cuestión. Pero más importante es saber por qué un emprendedor ha dejado de hacer aquello que lo define. Lamentablemente hay ocasiones en las que el miedo a emprender se ceba en nosotros, dejamos de creer en nuestras ideas mientras nos hacemos pequeños bajo el peso de lo que un día fue nuestra ambición.

 

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Pero no es motivo para desanimarse, los emprendedores somos expertos en sacar de donde no hay. El día en que te hiciste emprendedor fue el día que decidiste que tu idea, esa que llevabas pensando meses o incluso algún año, te iba a llevar a lo más alto. Solo tú podías llevarla a cabo, era la hora de independizarse, de soltar amarras y navegar por el peligroso océano del autoempleo.

La travesía no iba a ser fácil, ni mucho menos, pero eso no es novedad para un autónomo. La pasión, la visión de negocio y las buenas ideas mantenían el rumbo de crucero… Sin embargo, algo pasó, por alguna razón te echaste atrás, tus ideas ya no parecían tan buenas y el fracaso podía estar a la vuelta de cualquier esquina. Decidiste quedarte ahí, quieto, inmóvil, deseando que el temporal amainase solo, como por arte de magia… perdiste tu emprendimiento ¿Por qué?

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Según los expertos, por culpa del «complejo de Jonás». Un símil clínico sobre la fábula bíblica en la que una ballena devoró al pobre Jonás como castigo divino por no cumplir con el grandioso destino que le esperaba. En otras palabras, le pudo la presión y se acobardó ante el éxito. Un emprendedor también puede acobardarse, es humano, y a diferencia de Jonás lo tiene más complicado porque no tiene a Dios para salvarle las espaldas. Debe enfrentarse solo a sus demonios. Por lo que tendrá que lidiar con las habilidades y responsabilidades de un emprendedor y lo que ello conlleva.

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Los emprendedores tenemos que asumir innumerables desafíos para alcanzar nuestras metas, unos objetivos que se alimentan con ambición. Y la ambición no se encuentra en nuestra zona de confort. Un emprendedor nato no sabe qué es eso de la zona de confort, la incertidumbre es su hábitat natural. Por eso no debemos autolimitarnos por miedo a sucumbir a lo desconocido. La ambición no es mala en sí misma, sirve para guiarnos por el camino del éxito.

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El primer síntoma de que un emprendedor está perdiendo su esencia es dejar de buscar metas complejas y comenzar a conformarse con las fáciles. Ese no es el estilo de un autoempleado. Se debe perseguir la autorrealización siempre, y para ello es necesario coraje y constancia. Cuando decidimos ser emprendedores lo sabíamos, de nada sirve amedrentarse.

Si hemos de ser derrotados que sea plantando cara hasta el final. La ambivalencia en las decisiones difíciles siempre hará flaquear nuestra determinación. Pero en esos momentos hay que escuchar a Maslow, porque «si deliberadamente planeamos ser menos de lo que somos capaces de ser, estamos prevenidos de que seremos profundamente infelices el resto de nuestras vidas». Así que cojamos aire, agarremos el timón y a por la ballena.

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En portada: imagen de la película El indomable Will Hunting

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Diego Sánchez

Periodista y comunicador audiovisual de formación. Periodista freelance y maquetador editorial como profesión actual. Siempre en busca de la creatividad y con un escudo de optimismo.