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Cómo elegir el lugar de trabajo ideal y ser productivo

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Cómo elegir el lugar de trabajo ideal y ser productivo

To be or not to be, that is the question, que diría Hamlet… Pues no, esa no es la cuestión. Esa fue la cuestión. Ser o no ser emprendedor. Hubo que tomar esa decisión en el pasado. Pero en el presente, en el día a día de muchos emprendedores, la primera cuestión del día y, por lo tanto, la primera decisión que hay que tomar es ¿dónde trabajo hoy?

 

Puede, incluso, que se trate de la decisión más importante del día. De ella dependerá tu productividad, tus ideas, tus contactos e incluso la prosperidad de tu negocio. Hoy te damos todas las claves necesarias para que escojas tu espacio ideal.

 

Por ello, aunque parezca una pregunta baladí, no lo es. Influyen muchas variables en la resolución final. Hace no mucho la mayoría de los emprendedores o freelance contaban con un puñado de «oficinas» que manejaban a la vez. La primera solía ser la casa; la segunda una cafetería, y la tercera un coworking o un piso-despacho.

Sin embargo, el abanico de opciones se ha abierto de forma espectacular. Hay quien no se conforma solo con las tres opciones clásicas y busca la opción más trendy. Son adictos de lo nuevo y no dudarán en probarlo. Es el siguiente paso evolutivo del coworking. Estoy hablando de trabajadores que optan por opciones más alternativas, que no dudan en irse al nuevo espacio de trabajo moderno del banco de al lado de casa, al coworking que ha montado la multinacional de turno o incluso a un coworking un poco más sectorial.

Son muchos los que tienen las tres opciones clásicas grabadas en su rutina. Pero cada vez hay más Kerouacs que se atreven a recorrer cada uno de los espacios de trabajo compartido puestos a su alcance.

Para los clásicos he aquí el voto número 1 del día. Existen jornadas que claramente se ve que han de ser desarrolladas en casa por motivos tan dispares como que tienes al niño enfermo o simplemente que no te apetece vestirte para salir a la calle, y sabes que te cundirá mucho más abandonándote al pijama y a la bata. No obstante, la experiencia dice que suelen ser muchísimo más productivos los días que sales a la calle y te mimetizas con el mundo exterior.

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Superada la primera parte del juego, viene el segundo nivel de elección, «¿exactamente dónde voy a sentarme y a desplegar todo mi material de trabajo?». En casa hay tres o cuatro sitios claves: el dormitorio, el despacho (sólo aquellos afortunados que tienen una habitación destinada a este uso), la cocina y el salón. Habrá momentos para todo. Generalmente se hace un circuito empezando por el dormitorio, siguiendo por el despacho o el salón y acabando, la mayor parte de la jornada, en la cocina porque el freelance, haciendo gala de su libertad laboral y su facilidad para conciliarla con su vida familiar, es capaz de elaborar un sesudo informe o diseñar una compleja interfaz para usuarios al tiempo que hace unas lentejas con chorizo y pone tres lavadoras.

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Si el día pasa por trabajar desde una cafetería se debe ser muy cuidadoso con el lugar escogido. No todas las cafeterías o cafés son friendly, como se dice en modo chic. Es decir, que no en todos los sitios están por la labor de tener a unos cuantos clientes trabajando desde sus mesas durante horas y consumiendo poco. Muchos locales no están dotados de wifi gratuita ni cuentan con enchufes en los que recargar las baterías y los ordenadores.

Últimamente están apareciendo algunos cafés que han visto un nicho de negocio en el colectivo de los trabajadores independientes. Se trata de locales que, adoptando filosofías nórdicas, se decoran de forma minimalista pero confortable, y en los que se ofrece una pequeña carta de dulces y salados además de cafés y tés a un precio ligeramente superior al habitual. Por supuesto, tienen wifi y varias mesas con enchufes cercanos. No son los únicos espacios de hostelería habilitados para trabajar en ellos, pero sí son los que más encanto tienen y, por lo tanto, los más exitosos y demandados por los freelance. Y si no eres de bares o cafeterías, siempre te queda la opción del restaurante snob de la esquina que ha decidido abrir entre servicios. Así puede dar cobertura al Dean Moriarty emprendedor de turno que a pesar de estar desamparado, cualquier hueco le sirve de espacio de trabajo creativo. Al más puro estilo On the road.

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Llegar a uno de estos lugares es como sentirse en territorio conocido en el que se sabe cómo actuar porque todo forma parte de un ritual que se aprende tras un par de visitas. La primera vez no te percatas de nada. Simplemente entras en un lugar que te parece un oasis en la vorágine de la ciudad. Cuando lo encuentras das gracias al cielo por haberlo puesto en tu camino. Es un lugar bello y acogedor en el que se ve gente como tú y en el que entienden tus necesidades. Pero la luna de miel no dura mucho. Al segundo día te has convertido en un Rambo de los cafés, te ves a ti mismo con el traje de camuflaje, las botas militares y el cuchillo entre los dientes dispuesto a identificar y conseguir tu objetivo: una mesa junto a la ventana, con luz natural y con un enchufe.

El hipster de la barba y las gafas de pasta, la pija del último modelo de iPhone, el trajeado que viste dos tallas menos y la señora de aspecto agradable que el primer día te hacían gracia y con los que te sentías hermanado, se han convertido en tus competidores por el mejor sitio del café. Si no puedes coger uno de los lugares rey, te tienes que conformar temporalmente con uno de los normales pero sin abandonar la esperanza de que uno de los «sitios guay» se quede libre y seas el más rápido en capturarlo y trasladar toda tu infraestructura laboral a él. Si sales vencedor del torneo notarás cómo el resto de los participantes te miran con odio, pero no importa, has vencido y esa pequeña victoria te llena de orgullo y te da vigor para realizar tus quehaceres profesionales del día.

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En el coworking el tema de elegir sitio también tiene su manual. Si se trabaja en un sitio fijo no ha lugar, pero si no lo es hay que ser habilidoso para lograr un lugar «fetén», que dicen los madrileños. Hay que tener en cuenta la iluminación, la distancia perfecta al radiador y a la salida de aire acondicionado y, sobre todo, los compañeros que te rodean. Un coworking es un microecosistema formado por personas y que hace muy cierto el dicho popular de «cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas». Lo mejor es sentarse rodeado de quienes sean más afines de carácter a ti, y evitar a aquellos que por algún motivo te sacan de tus casillas o hacen que no te concentres en tu trabajo.

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Nuestra Sala Gamo, de puestos flexibles, en The Shed Coworking

 

Sin embargo, aun con todo, más de un indeciso no estará satisfecho con estas opciones. Cuando has probado ya todo, cualquier opción siempre tiende a parecer lo mismo que ayer. Es el punto exacto en el que el café de tu casa, el del coworking y el de la cafetería te saben igual. No hay matices. Elegir un espacio coworking puede terminar por aumentarte el estrés y minar tu motivación.

Para los emprendedores más alternativos existen otras opciones. Los coworkings, como los cafés, no son todos iguales, aunque hayas perdido ya el gusto. Hay tantos como emprendedores (sobre todo si estás en España). Y cuando llevas un tiempo decantándote por la tercera opción ya eres un experto en la materia. Sabes de sobra que el internet del coworking al que solías ir al centro se cae por defecto a eso de las 12:00. El del barrio tiene 4 sillas desencoladas y en el de la esquina no sabes por qué, pero no hay ni uno que sea de tu sector.

Esos pequeños detalles son los que nos hacen buscar algo más específico. Un coworking sectorial donde, ¡joder!, por fin a nadie le suena a chino de lo que hablo. Cambiar de coworking está bien, pero no tener que explicar con todo lujo de detalles a qué te dedicas todos los días está aún mejor. El diseñador web de turno con el que te tomas el café en el office lo echará en falta, pero tú seguro que no. Créeme, estás mejor en un coworking que se enfoque a un nicho. Nadie te mirará raro cuando quieras imprimir en la impresora 3D, pidas turno para usar el horno de la cocina para tu catering o preguntes por una sierra para lo qué demonios quieras hacer con una sierra.

La quinta opción, si no te convencen las anteriores es dejarte seducir por el lado más friendly de la Banca. Así es, no me he equivocado. Al carro del coworking se apuntan todos y un banco es una opción tan buena como cualquiera. Está todo tan nuevo y equipado que casi da pena sentarte en cualquiera de sus flamantes puffs. Se trata de la misma idea que los coworkings corporativos. No es una mala opción si quieres formarte con sus cursos o acudir a sus eventos. Al ser grandes marcas la capacidad de convocatoria es enorme. Así que mejor será que te prepares para deslumbrar o pasarás desapercibido. No hay punto medio. ¡Ah! eso sí, te tocará volver a explicar qué haces con todo lujo de detalles y, por cierto ¿¿Tú eras…?? A espacio grande, networkings pequeños.

Santander Work Café

Lo único que está claro es que la decisión de dónde trabajar es toda tuya. Prueba, cambia, disfruta, comparte; pero lo más importante: trabaja a gusto.

«En este mundo, aquel que tiene la mitad de un pan, un sitio para sentarse, que no es esclavo ni amo de nadie; decidle que sea feliz, pues tiene suficiente en este mundo.» El sabio poeta persa Omar Khayyam no debía estar pensando en los freelance al soltar esta frase pero nos viene que ni pintado.

En resumidas cuentas, si buscas la oficina perfecta deberías tener en cuenta los siguientes puntos vitales:

    1. Una ubicación privilegiada: la estrategia en los negocios es vital. Vivimos en el mundo de la digitalización y las redes sociales de twitter, linkedin y facebook. Y al igual que se ha convertido en un mantra que debemos estar bien posicionados online, no nos debemos olvidar de nuestro posicionamiento offline. Un buen ejemplo de ello es la localización de nuestro coworking. The Shed Co puede presumir de estar en un enclave tan bien comunicado como es el barrio de Salamanca en Madrid.
    2. Gran calidad en las instalaciones: los espacios coworking han de tener en cuenta factores tan importantes como la luz natural, la climatización y la decoración. Todo dirigido a potenciar la creatividad de sus coworkers.
    3. Flexibilidad: es una máxima en todos los sentidos. No pueden existir ataduras de ningún tipo y menos de permanencia. El espacio perfecto no puede pretender ser una compañía telefónica que tenga prisioneros a sus emprendedores. Algunos dan un paso más y dejan incluso llevar el perro a la oficina. Todo por mantener a los emprendedores cómodos.
    4. Las zonas comunes: no deben quedar nunca olvidadas. Son parte de la esencia del coworking y de su ventaja como espacio compartido, dónde haces la mayor parte del networking.
    5. Horario a medida: buscar el lugar más adecuado que se adapte a tu ritmo es lo ideal. Pero recuerda que aunque trabajes 24/7 algún descanso no viene nunca mal.
    6. Salas de reuniones: puede que no tengas que reunirte con nadie, o puede que seas un forofo de los meetings… en ese caso será mejor que el espacio que elijas disponga de salas de todo tipo de tamaño y decoración, luminosas y equipadas con los aparatos audiovisuales que necesites.
 

Sin despreciar, claro está, los pequeños detalles. Una buena zona de eventos o una relajante terraza aislada de todo siempre es un factor muy jugoso a tener en cuenta. Encontrar el espacio de trabajo ideal no es una tarea sencilla. Si estás buscando un espacio de trabajo en Madrid con todas estas necesidades, te facilitamos la tarea: visítanos a The Shed Co.

En portada: imagen de la película En la carretera

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Nuria Calle

Periodista freelance y escritora. La rutina no es lo suyo, por eso decidió lanzarse a la aventura de ser escritora y contar sus vivencias como ciudadana del mundo. En los últimos siete años ha vivido en Suecia y en España. Ahora termina de mudarse a Dallas, Estados Unidos.